7/11/2007

El desapego

Escuchaba la otra vez en un almuerzo la cantidad de zapatos de una, de collares de la otra, aros, estampillas, joyas o perfumes, y me traté de reflejar en cada una de ellas, pero no lo logré. La verdad es que he tratado de cultivar el desapego.

En general, me resulta fácil con las cosas materiales. De muchas intento prescindir, aun cuando vivo en un ambiente de consumo (no es que no caiga en la tentación), pero con las personas, y los proyectos, y los trabajos, me es imposible.

Sí, me siento indispensable en determinadas labores, en determinados detalles, en ciertas observaciones, y sobre todo en consideraciones. Indispensable en los criterios, en ir a un lugar y meter las patas en el barro. En mejorar el ambiente y en tratar de pasarlo bien y que todos se encanten con las pegas que les toque. Siento que los proyectos son míos, que pasan por mí, que si no estoy no salen.

Honestamente, me gusta algo de eso, siento que es comprometerse, pero es más que comprometerse es involucrarse, es verdaderamente incorporarse. Meter al cuerpo en el tema.

El problema es cuando hay que desapegarse y entender que hay que abrir paso a las nuevas ideas, a los nuevos personajes y a las nuevas historias.

Difícil, sobretodo si es algo para todos.

Mi amiga Erika, me escribió un cuento. Gracias. Ojalá fuera tna linda como dices.

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1 Comentarios:

Blogger Pablo dijo...

Hola Gaby, llegué aquí saltando de un link al otro, hasta que olvidé el camino completo que hice pero me encantó encontrar este rincón.
No es fácil esto del desapego, esto de sentir "que uno no termina en sí mismo" como decía Neruda, pero es un bello camino, Un gusto, Pablo.

7/16/2007 10:39 p. m.  

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