7/07/2005

Autoreconocidamente Bruja

He logrado transformarme en bruja. Y soy una bruja perfecta. Conjuro, manipulo y gruño.
Hace seis años dejé la universidad. Ocho años llevo trabajando. Tres años de casada. Dos años de mamá. Nueve años de madrastra y creo que de a poco he logrado transformarme en bruja. Y soy una perfecta bruja.Todos los días reclamo porque la tapa del baño está arriba, la pasta de diente destapada, miro debajo de la cama y hay varios calcetines ‘huachos’. Reclamo porque no encuentro mis zapatillas y porque al ir al living me entierro un pedacito de juguete en el talón. Gruño porque las cuentas no se pagan al día, aunque sea mi responsabilidad. Sigo mi día con conjuros para evitar que lleguen tarde a la casa, o para simplemente no quedarme sola ni una noche del jueves, ni del viernes, ni de ningún día de la semana. Me he dado cuenta que me molestan las toallas colgadas en cualquier parte que no sea el lavadero o ‘loggia’- para los más sofisticados-, las camas mal hechas, los platos sucios y las botellas de bebida destapadas. Como buena bruja soy capaz de determinar la calidad de las amistades de mi marido y, por supuesto, desearía pasar más tiempo con mi madre que con mi suegra.Soy el perfecto retrato de una bruja, sin embargo, tengo una gran virtud. Me reconozco como tal y soy capaz de reírme y, a veces, de controlar mis conjuros malignos. En todo caso, recuerden siempre que toda bruja tiene sus encantos.